¿Te imaginas cómo serán los coches del futuro? Si tu infancia transcurrió durante la década de los 80, probablemente llegue a tu mente algo como Kitt, el Pontiac Firebird Trans-Am que apareció en la serie “El auto increíble”, un vehículo con sorprendentes características para su época, como la posibilidad de comunicarse con su conductor y de manejarse solo.
Parece que Ford quiere traer la ficción a la realidad para que los autos de un futuro próximo sean autónomos, es decir, que tengan la capacidad de conducirse sin la necesidad de una persona. Y si a esto se le suma que Apple empezará a incluir Siri en los coches, aquel vehículo ficticio de la serie ochentera podría ser real en un futuro no tan lejano.
Ford lleva alrededor de 10 años investigando la autonomía y la automatización vehicular, y el fruto de estos trabajos se presentó durante el Mobile World Congress, en Barcelona, con el prototipo del Ford Fusion Hybrid, el cual ha sido desarrollado en conjunto con las universidades de Míchigan y Stanford, así como el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
Por fuera, el vehículo luce como cualquier otro, salvo por unos aditamentos que llaman la atención en el techo. Se trata de los sensores infrarrojos de luz LIDAR (Light Detection and Ranging), que escanean todo lo que se encuentre alrededor del auto, en todas direcciones, en un radio de 70 metros.
Estos sensores tienen un funcionamiento similar al de un radar, en el que el sonido se sustituye por luz, y sirven para detectar la presencia de objetos, otros vehículos, obstáculos en el camino, peatones, ciclistas e incluso animales pequeños. Con ellos se crea una imagen tridimensional de 360 grados del entorno del coche, además, se calcula la distancia de esos objetos respecto al auto, así como su posición futura cuando están en movimiento.
Además de los sensores, hay otras tecnologías que incorpora el Ford Fusion Hybrid, como la cámara de vídeo de alta resolución, que permite captar imágenes incluso en condiciones de muy poca o excesiva luz. Su funcionamiento está ligado a un software que permite reconocer peatones, animales, las luces del semáforo, las señales de tránsito, las líneas de los carriles y los límites de velocidad, entre otras cosas.
También incluye dos antenas GPS de alta precisión, las cuales sirven para ubicar al auto en el mapa y que su sistema sepa cómo llegar de un punto a otro. Por otro lado, cuenta con tres radares, uno de ellos al frente y los otros dos en la parte trasera. La función de éstos es la de identificar y supervisar los vehículos que vayan adelante o atrás, para mantener la distancia de seguridad respecto a ellos.
Para otras maniobras, como estacionarse o avanzar en reversa, tiene sensores ultrasónicos que miden distancias desde 30 centímetros hasta algunos metros, y sirven para detectar objetos en reposo o en movimiento. Estos sensores son los que se utilizan en los asistentes para estacionarse, que ya incluyen algunos modelos comerciales.
El auto autónomo también integra un codificador en la rueda trasera izquierda, que mide la distancia recorrida. Con todos estos dispositivos, el vehículo tiene que procesar alrededor de 2.8 millones de datos por segundo para realizar sus funciones.
Gracias a este derroche de tecnología, el coche autónomo está programado para conducirse responsablemente y respetando las reglas de vialidad, así como reconocer diversas situaciones y responder adecuadamente a cada una.
Finalmente, como la tecnología no está exenta de fallas o imprevistos, también tiene dos “botones de pánico” para usar en caso de emergencia: uno amarillo que desactiva los sistemas de conducción autónoma, y otro rojo que corta la alimentación del motor, para detenerlo en caso de que el sistema falle y el auto se salga de control.
¿Cuándo estará disponible?
Aunque las investigaciones en autonomía vehicular están muy avanzadas, y además de Ford, otras marcas como Google, Vokswagen y Audi también tienen sus proyectos, todavía faltan algunos años para que este tipo de coches circulen por las calles.
Hasta el momento, las pruebas de estos modelos se han hecho en ambientes controlados, falta probarlos en un entorno real, además, será necesario legislar su uso y reducir los costos, pues si salieran a la venta en este momento, sus precios serían muy elevados.
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