Considerado uno de los hombres más innovadores en el campo de la tecnología de los últimos años, el británico Kevin Ashton trabajó incansablemente hasta obtener una solución a un problema que le aquejaba cuando trabajó para una empresa transnacional.
De manera colaborativa, al sumar y combinar un sinfín de avances tecnológicos y capital humano, el nacido en Birmingham en 1968, obtuvo lo que bautizó como Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
Todo surgió en la década de los 90 desde la empresa Procter and Gamble (P&G), cuando comenzó a colaborar para esta compañía con el lanzamiento de una nueva línea de productos cosméticos.
Como responsable de una amplia gama de productos, se encontró que, misteriosamente, un conjunto numeroso de lápices labiales de un determinado color se esfumaba de los inventarios, de las estanterías y del registro de ventas, es decir, se desconocía el estatus real que tenía.
En aquel entonces, el uso de código de barras era novedoso, pero al mismo tiempo una tecnología limitada para el problema que enfrentaba el equipo de Ashton en P&G, que era saber la localización física exacta de los lápices labiales, la cantidad existente.
En esa misma década, se comenzaron a utilizar tarjetas con chip de radiofrecuencia en Reino Unido; un especialista le mostró a Ashton cómo este diminuto dispositivo podía contener datos y cómo estos se podían compartir de manera inalámbrica.
Inmediatamente, surgió una inquietud en él: ¿qué pasaría si el chip de la tarjeta se introduce en el código de barras del lápiz labial?
Así, se puso en contacto con los altos mandos de la empresa y el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para explorar las posibilidades de la Identificación por Radiofrecuencia (RFID), investigaciones que dieron origen al Auto ID Center del MIT, espacio que fundó de la mano con Sanjay Sarma, experto en aprendizaje digital y quien es acreditado por desarrollar diferentes estándares y tecnologías en la industria de la RFID comercial.
La solución a la que quería llegar Ashton estaba a punto de darse, sólo faltaba comprobar que la RFID se pudiera instalar en los objetos y hacerla asequible, además de desarrollar un código más amable que el de barras: el código de producto electrónico (EPC).
En ese momento (1999), en que necesitaba una forma de describir los avances y hallazgos que se tenían con la RFID y cómo utilizarla, es que elabora una presentación dirigida a los ejecutivos para hablar sobre envases inteligentes, la cual tituló Internet of Things. Así es como el término y, con ello, una nueva era nacieron.
Ésta fue la forma de llamar a la evolución de Internet, que pasó de transferir información entre equipos de cómputo a dispositivos y objetos interconectados.
En 2009, Ashton también fue cofundador de la empresa de tecnología limpia Zensi, la cual fue adquirida posteriormente por Belkin, compañía fabricante de electrónicos de consumo, especializada en dispositivos para conectividad.
En su último libro, How To Fly a Horse: The Secret History of Creation, Invention, and Discovery, señala: “La idea del genio y de la inspiración es un mito. Así no es como las cosas se inventan. Las cosas se inventan por las personas que toman acercamientos inteligentes, no obstante comunes y reconocibles para solucionar los problemas”.
Kevin Ashton compartirá su experiencia y transmitirá sus conocimientos como innovador en su conferencia El entorno IoT y soluciones prácticas, en el Foro Soluciones Telcel 2015, el próximo 5 de noviembre en Trasloma, Jalisco.
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