En el mundo de los esports, el género del Battle Royale es uno de los más prevalentes con ejemplares como Fortnite y Free Fire. A principios del año pasado, un nuevo battle royale llegó al consciente colectivo: Apex Legends. Con éste, Respawn tomó el amado género y le implementó características de esports convencionales como lo son los roles de equipo y habilidades especiales de personajes.
Cuando en Fortnite, PUBG y Free Fire, el personaje que juegas sólo cambia a un nivel estético, en Apex afecta tu estilo de juego y lo que contribuyes a tu equipo. A diferencia de otros Battle Royale, Apex no te da la opción de jugar solo, promoviendo así la colaboración entre jugadores. Todo esto suena como el suelo perfecto para que crezca un esport sano y divertido.
¿Qué ocurrió entonces?
Hoy en día podemos notar la aparente falta a un nivel global de torneos de alto perfil de Apex Legends. Si bien se sigue jugando, la competitividad se genera y mantiene dentro del juego, sin grandes premios o escena profesional. En gran parte, esto tiene que ver con el Publisher. Respawn ha dicho en varias ocasiones que su intención nunca fue crear un esport, sólo un juego divertido bajo el género de Battle Royale. Esta falta de apoyo a la escena competitiva, terminó sellando el destino del juego antes de darle la oportunidad de crecer como deporte electrónico. Esto no quiere decir que nadie lo juegue, sólo que nadie planea vivir de ello.
El mundo de los esports es uno complejo y para que un juego multijugador llegue a ese punto, necesita muchas cosas, pero la primordial es que el estudio que lo creó quiera que lo sea.
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